Junto al arrabal de Triana, estaba el Castillo de San Jorge, que fue edificado sobre los restos de una antigua fortaleza árabe, y que contaba con 26 cárceles secretas, las cuales fueron calificadas en el S. XVII como "antros de horror, hediondez y soledad". Estas estaban orientadas al Altozano, a la calle San Jorge y a la calle Castilla.
Dentro del castillo se encontraba también la Iglesia de San Jorge, primitiva parroquia de Triana. La Inquisición estuvo establecida en el castillo desde 1481 a 1785, comenzando las actuaciones desde éste en 1482. Para realizar los autos de fe, primero se utilizaron las gradas de la Catedral, y más tarde en la Plaza de San Francisco, aunque la mayoría tuvieron lugar en la iglesia de Santa Ana, además de la de San Marcos y en el convento de San Pablo.
Los reos condenados por delitos menores eran encarcelados en el Castillo de San Jorge, donde, cuenta la leyenda, eran condenados a morir ahogados en los calabozos cuando se producían las crecidas del río e inundaban éstos. Los condenados a la hoguera, eran trasladados hasta el quemadero de San Diego, en los terrenos de la actual Tablada, que fue utilizado por ultima vez en 1781.
Actualmente el castillo se ha recuperado, y abre sus puertas como museo. Consta de varias salas y espacios expositivos que proponen un recorrido histórico por la que fue sede del Tribunal de la Santa Inquisición entre los siglos XV y XVIII. En concreto, el castillo, con 1.400 metros cuadrados de exposición divididas en dos plantas, cuenta con seis partes diferenciadas donde se pueden encontrar, entre otras, una sala sensorial, una pasarela interpretativa, una galería de personajes o un muro de la reflexión.
Una interesante visita para quien quiera conocer más sobre la historia de Sevilla.
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